22 may 2013

La clase heterogénea: cuando en clase unos han leído mucho y otros no saben leer


II Semana de la Diversidad Cultural en Asilim
Lunes 20 de mayo - Casino de la Reina


Taller de formación ELE-Inmigrantes

La clase heterogénea: cuando en clase unos han leído mucho y otros no saben leer



  Leonor Barreda -  Hace tiempo que tenía ganas de asistir a este taller. Lo había visto publicado en la web y en el programa de Asilim y siempre el titulo me pareció de lo más sugerente… “Cuando unos han leído mucho y otros no saben leer”. Bueno, no era solo sugerente, ¡era intrigante! Había que dar la enhorabuena a quien se le hubiera ocurrido esa magnífica frase… Expresaba un enorme abismo y contraste al leerla.
   Pensando en ese tipo de clase de la que hablaba, de la clase heterogénea, me preguntaba: ¿cómo se hará?, ¿cómo enseñas un idioma a dos personas tan dispares?, ¿cómo te enfrentas a esa situación que parece, y seguro que es, complicada?, ¿cómo enseñas a una persona que quizás se ha leído a James Joyce en varios idiomas, compartiendo asiento con otra que ha pasado la mitad de su vida en su aldea con su gente, sin más?, ¿o quizás no era tan extravagante lo que me imaginaba y solo se trataba de dos personas que no hablaban español y tenían diferentes niveles de alfabetización? Bueno, estas dudas eran la excusa y la prueba de que debía asistir al taller.

Los que habíamos decidido asistir jugábamos con una gran ventaja: el taller lo impartía Victoria Khraiche… Hay personas que te lo ponen fácil. Que son capaces de convertir un tema escabroso en una llanura despejada y clara. Y con Victoria así fue y os aseguro que en este caso ¡lo agradecí!
Es un placer asistir a una conferencia o un taller en el que el ponente sabe absolutamente cuál es su sitio y te coloca a ti, de forma perfecta en el que debes estar: en un estado receptivo, de interés continuo, en la frecuencia en la que estás completamente alerta porque cada palabra tiene su justo interés y no puedes perderte ninguna.
   
De esta forma, aprendimos rápidamente los tipos de alumnos en una clase heterogénea, cómo tratarlos y cómo enseñarles sin que se aburrieran (el eterno temor de un enseñante) y poquito a poquito nos sentimos cómodos, seguros y hasta jugamos como niños al final del taller.
   
Fue asombroso cuando al cabo de dos horas terminó el taller y salí del Casino de la Reina con la plena convicción de que podría enfrentarme a un aula de esas características, a pesar de mi poca o nula experiencia en la docencia de lenguas, a pesar y aún sabiendo que yo había tenido razón en imaginarme el grado de dificultad ¡sí era posible que aprendieran español!, ¡sí era posible que avanzaran y que se divirtieran aprendiendo un nuevo idioma! Sí era posible porque ya había sido posible en otras ocasiones y porque escuchando a Vicky las dos horas del taller la simple duda de que no fuera así se había disipado.
¿No hay una segunda parte?
Gracias Vicky
 

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